lunes, 24 de octubre de 2011

Querido Marco:

Empecé hace mucho a ver carreras del mundial, pero casi siempre me limitaba a ver las de MotoGP y muy de vez en cuando veía las de las otras cilindradas hasta que un día allá por 2007/2008 pillé una carrera de 250 cc. y allí estabas tú, haciendo de las tuyas, pilotando al límite, haciendo que cada curva y que cada vuelta fueran de infarto, que si había hueco ahí estaba esa pequeña moto bajo ese cuerpo grandullón que hacía de huecos minúsculos el sitio idóneo para pasar. En ese momento todavía no sabía quien eras y ya estaba encandilada del piloto intrépido que me estaba haciendo pasar un rato increíble frente al televisor.
La carrera acabó y el piloto misterioso tuvo cara al fin, un chiquillo de aspecto rudo con pelo de rockero de los 70 y con un poco de cara de malas pulgas al principio, entonces la sonrisa apareció en su rostro y dejó ver al niño divertido que realmente eras, al chico simpático, dulce y con carisma que definitivamente me enamoró entonces. Allí aprendí tu nombre, Marco Simoncelli, y tu dorsal, 58, y desde entonces fuiste mi otro motor del mundial.
Ese año ganaste el título y ahí surgieron las primeras lágrimas, aquel día en Malasia 2008 fueron de felicidad, la felicidad de verte allí en los más alto de la categoría, venciendo a los que te criticaban entonces y enmudeciendo a los que no creían en ti y dándonos a los que disfrutamos de las motos y a los que disfrutamos contigo la mayor alegría del año. Recuerdo la rueda de prensa de entonces, donde apenas lograbas hablar de la emoción y vuelvo a sonreír como entonces.

Ahora un día después de Malasia 2011 las lágrimas siguen bañando mi rostro intentando escribir estas líneas, que el mismo lugar que simbolizó tu alegría ahora simbolice tu partida. Ayer madrugué para ver la carrera, como siempre, y tu estabas allí sonriendo al inicióo de la carrera, enseñando contento tu nueva página web. Empezó la carrera y todo parecía ir bien para ti hasta que de repente apareció tu moto de la nada y allí estabas en el suelo, inerte, sin casco. Intenté ser positiva, pero algo me decía que algo no iba bien y cuando a los 10 minutos de decir que te trasladaban salió la noticia de que te habías ido para siempre mi cabeza no lograba asimilarlo, corría de un lado a otro de la casa repitiendo "no, no, no, no" una y otra vez, como si quisiera despertarme de un mal sueño, pero no era un mal sueño y la realidad se imponía de forma aplastante y cruel, porque ¿cómo te ibas a ir así, tan joven y con tanto tiempo para seguir disfrutando de tu pasión?

Aún no puedo creer como un luchador como tú, que has luchado contra todo y contra todos, que nunca te faltó el valor para decir lo que pensabas, que en las carreras siempre luchaste hasta el final y que en la maniobra del último domingo luchaste para mantener la moto en pie se haya ido para siempre. Aún no me imagino como van a ser las carreras sin verte, sin que aparezca esa sonrisa en el paddock y en la linea de salida, sin oír tu voz de nuevo en rueda de prensa, sin verte en el podio, sin ver el 58 haciendo travesuras en el asfalto.

Se ha ido la alegría del Paddock, el chico de la sonrisa permanente, el eterno bromista y el que pasase lo que pasase nunca se escondía e iba de frente. Con su pérdida también se esfuma un sueño, el de muchos de verle algún día como campeón y el mío de conocerlo algún día.
Solo espero que estés bien donde estés y que cuides de aquellos que te querían, sobre todo de Vale que no me quiero ni imaginar como se queda tras tu partida.

Para mí siempre estarás en mi recuerdo y siempre te querré por lo como eras y por lo que fuiste, un gran piloto y una magnífica persona.

Hasta Pronto SuperSic
(1987-2011)

sábado, 22 de octubre de 2011

20-O ¿el fin de una era?

Nunca me ha gustado aventurarme y hacer reflexiones en caliente porque a veces tus primeros instintos no son los adecuados, por eso, he querido dejar un par de días para sentarme y escribir sobre el día en el que acabaron dos cruentas historias, el fin de dos épocas.

El jueves 20 de octubre de 2011 amaneció como un día cualquiera, aunque la rumorología ya había empezado a aventurar desde bien entrada la mañana uno de los sucesos que me llevan a escribir estas líneas pero que yo en ese momento no creí posible. Al mediodía, cuando volvía a casa de una mañana de clases, aparecía ante mi en forma de diversos tweets de distintos medios de comunicación la noticia de la muerte del dictador Muamar el Gadafi, ese dictador implacable y extravagante que controló con una férrea dictadura a su país, que en los últimos meses se había visto asolado por una guerra civil con el fin de deshacerse del dictador y recuperar la libertad y el control. Gadafi y su familia alentaron a sus seguidores a la lucha contra los rebeldes y él, en sus diversos mensajes a sus seguidores durante estos meses, repitió hasta la saciedad que no se iría del país, que "vencería o moriría", desgraciadamente para él acabó con la segunda. Personalmente me hubiera gustado que hubiera sido juzgado por un tribunal internacional por sus crímenes contra su pueblo y que hubiera pagado por ellos, pero no deja de resultar poético que él, que ha causado tanta muerte en su pueble, muera a manos de aquellos que él oprimió, de aquellos que han luchado por la libertad. El tirano asesinado por sus súbditos, una historia que se repite una y otra vez en la historia de los pueblos.
No se si ahora Libia podrá ser libre al fin, no se si serán capaces de crear un estado democrático y evitar que el radicalismo se apodere de ellos, pero lo que sí que se, es lo que se transmite en las imágenes de las calles de Misrata o de Tripoli que se muestras en las televisiones de medio mundo, de ellas emana un cierto sentimiento de felicidad y alivio. Muchos exiliados vuelven al país, vuelven a su hogar, con su familia, a su tierra. Ahora Libia es un país de celebraciones y de encuentros, pero también es un país en el queda mucho por hacer, pero la ilusión y las ganas de cambio harán que salgan adelante.

Unas horas más tarde de la noticia del fin de la guerra en Libia apareció la bomba informativa en España, aquella que se intuía por la mañana y que yo no acababa de creerme, ETA anunciaba el cese definitivo de la actividad armada, en un comunicado a su periódico habitual y con un mensaje de vídeo anunciaban el cese.
El titular de la noticia suena precioso, su cese definitivo, genial, no más muertos, no mas violencia, no más extorsiones, no más secuestros, no más terror. Oyes las respuestas políticas y todo parece fantástico (que lo es), pero entonces te levantas al día siguiente (de ahí que no me guste hablar "en caliente") y lees la prensa y empiezas a ver algunos datos que te hacen dudar. 5 de los 10 ceses anunciados por la banda en estos más de 40 años han sido anunciados como ceses definitivos y todo ellos terminaron, ¿qué cambia ahora? ¿será ahora el definitivo?
Lo que me tiene preocupada es eso del "cese definitivo" sin disolución de la banda, si ya no van a volver a atentar, ¿por qué no se disuelven? ¿por qué no entregan las armas? se supone que ya no las van a necesitar más, pues sería un gesto bastante coherente que las entregaran para que viéramos que van en serio, que no es otro pantomima como las anteriores para conseguir vete tú a saber que.
Muchos de los que lean esto (si alguien lo lee) pensarán, otra de las que parece que no quieren la paz (como leí twitter hacia aquellos escépticos). Todo lo contrario, me encantaría sentarme aquí delante de esta página en blanco y decir: "estoy contentísima", pero ha llegado un punto en el que la palabra de los terroristas para mí no vale absolutamente nada, me sirven los hechos y me sirven las acciones, me parece genial que anuncien un cese, pero si se quedan las armas, si siguen existiendo como ETA, si no piden perdón a las victimas, ¿qué nos asegura a nosotros que no van a volver a las andadas en un futuro?
Yo solo quiero estar equivocada y que mis dudas y mis reparos a creerme esto, con el tiempo se disipen porque ellos cumplan su palabra y lo que también espero es que aunque ya no vayan a matar más, los que ya lo han hecho sean juzgados por sus crímenes, que esto no sea un paso para que perdonen sus actos cuando ellos ni siquiera han pedido ese perdón.

Definitivamente el 20 de octubre de 2011 ya forma parte de la historia, el fin de dos épocas marcadas por el terror y la falta de libertad, ahora solo queda que se siga hacia delante conservando la última para siempre y sin volver a sentir la primera nunca más.