La primera vez que descubrí un libro de Moccia pensé que iba a ser: "otra chorrada sentimentaloide de esas para adolescentes", y los libros románticos y yo nunca hemos congeniado demasiado bien.
El primer libro que encontre fue "Perdona si te llamo amor", la historia del libro relataba algo similar a lo que estaba viviendo una amiga, así que decidí leerlo. Excepto por el final, la historia era bonita y romántica, pero sin llegar a ser empalagosa. Los personajes parecían relatar su vida (la de mi amiga), pero también las nuestras, todas tenían parecido con alguna; a mí, me lo encontraron con Dilleta, pero sinceramente no me cuadraba mucho o por lo menos yo no veía ese parecido.
"3 metros sobre el cielo" llegó por casualidad, mi madre me lo compró y tras leer el anterior decidí darle una oportunidad, y ¡menos mal que lo hice!. Es un libro romántico, precioso, pero sin llegar a ser rídiculamente fantasioso, sin llegar a rozar esos límites horteras a los que muchas historias de amor de la literatura llegan. Los dos protagonistas me enamoraron desde el principio: Step, el tío duro con su lado sensible, quizá un tópico, pero él se salía de lo usual y Babi, que simplemente es como es, con mal genio pero cariñosa cuando le dejas serlo, se hace la dura pero en realidad es igual de romántica que todas las demás, pero sin ser como el resto, la historia cautiva, pero sus personajes más y yo como tantas chicas antes caí rendida ante esta preciosa historia y sin pensarlo demasiado encontré en mí demasiado parecido con el personaje central, así dejé de ser Dilleta para convertirme definitivamente en Babi.
Yo, una ilusa para la que "el amor no existe" disfruté tanto con estos libros tan fantásticos que, en mi viaje a Roma no pude resistir el impulso de visitar el Puente Milvio, que a pesar de que lo visita Step con Gin (con la que algunos me sacan parecido), la historia del puente y sus candados es tan bonita que esta ilusa no pudo dejarlo pasar por alto. Tras convencer a mis amigas para ir al puente y tras arrastrarlas por una larga caminata por la orilla del río, llegamos al puente.
A simple vista puede parecer un puente normal, un puente antiguo que soporta demasiadas historias, una inmortalizadas en la multitud de candados que se agolpan en las barras y cadenas que hay en algunos puntos del pequeño puente, otra historias olvidadas por el tiempo.
Disfruté tanto el breve rato que estuve en Milvio que la caminata, las largas caras de todos a los que había arrastrado hasta allí, el cansancio de los días anteriores, el que lloviera, etc. desapareció como por arte de magia. La vista del río, los candados con miles de sueños que durarán en el tiempo o se perderán como tantos sueños, las bonitas palabras que semidifuminadas en las rocas del puente se pueden leer, todo ellos hace que el puente sea uno de mis sitios favoritos de toda Roma.
Esto es todo por hoy de la ilusa chica solitaria.
Ciao!
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