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Era un día bastante normal, habíamos comido un poco antes de lo usual porque mi hermana estaba en casa y una amiga había venido para forrar los libros del cole que empezaba al día siguiente, pero todavía no habíamos comenzado la tarea porque echaban los Simpsons en la televisión y como cualquier niño/a de entonces ese era un momento sagrado.
Las noticias empezaron un poquito antes de lo habitual y Matías Prats anunció que había habido un accidente aéreo en Nueva York y que un avión o avioneta se había estrellado en una de las Torres Gemelas, yo por aquel entonces no sabía ni que eran las Torres Gemelas aunque las había visto en alguna película en esos increíbles planos de la ciudad de Nueva York, igualmente la imagen de aquella inmensa torre de la que no paraba de emanar humo fue algo que me dejó perpleja.
La perplejidad estaba presente ya en mi casa pero unos 15-20 minutos más tarde la tensión aumento. La imagen empezó a llenarse de un humo que ya no procedía de la torre que habíamos estado viendo ese tiempo y Prats lo corroboró al tiempo que todo vimos como un segundo avión se metía de lleno en la otra torre para no salir nunca más de allí. Mi padre empezó a gritar, algo que no es usual en él, ya que siempre mantiene la calma con estas cosas, pero en aquel momento las imágenes y lo que él estaba pensando eran demasiado impresionantes...UN ATENTADO TERRORISTA EN NUEVA YORK.
Las horas pasaban y el horror iba en aumento. Otro atentado en Pentágono. Un avión que se estrella en un campo de Pensylvania y que iban dirección Washington pero que gracias al coraje inmenso de la tripulación y los pasajeros que sabiendo que iban a morir evitaron que más gente muriera con ellos. Las imágenes de aquellas personas que desesperadas y siendo conscientes de su destino se lanzaban al vacío desde las innumerables plantas de ambas torres. Y como colofón de la pesadilla, la caída de las Torres, una mole de hierros y cemento se desplomó como si de naipes se tratase dando lugar al silencio de todos, a la desolación de los bomberos, de la personas que ayudaban, de todos los neoyorquino, de los americanos y del mundo entero que veía atónito miles de vidas se quedaban allí sin que nada se pudiera hacer por ellas.
Dicen que el mundo cambió entonces, que ahora vivimos más seguros, que estamos acabando con el fanatismo y el terrorismo en una guerra interminable. Me gustaría creer que es así, pero yo no me siento más segura, ni siento que estemos acabando con nada en la guerra contra el terrorismo, pero sí que creo que el mundo cambió. Aquel día el mundo cambió porque fuimos testigos en directo de la barbarie humana y de lo que el ser humano es capaz de hacer, pero también fuimos testigos de lo maravilloso que puede ser el ser humano en todos y cada uno de esas personas que ayudaron y que murieron ayudando a que menos gente muriera ese día.
Por todos ellos, por los supervivientes y por los que perecieron allí, el 11 de septiembre de 2001 será un día que jamás será olvidado.
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